El mundo del arte occidental estaba escindido entre la figuración y la abstracción a mediados del siglo XX. Desde la teoría, dos textos de Vasili Kandinsky (“De lo espiritual en el arte”, en 1910, y “Línea y punto sobre el plano”, en 1926) abrieron paso al desarrollo de corrientes que confluyeron con el constructivismo ruso, con la geometría de la esuela de la Bauhaus y el neoplasticismo de Piet Mondrian. Estados Unidos tendrá su primer movimiento propio con el expresionismo abstracto para competir con París o Londres después del crac del 1929 y el New Deal.

Desde principios del siglo, el expresionismo había deformado la figura y antes, mucho antes, lo hizo Goya, entre otros autores. A la par de esta oposición corría paralela otra, la de forma y contenido en la que se gastaron ríos de tinta (para usar un cliché) en un debate que, incluso, aún no ha terminado.

El irlandés Francis Bacon comienza en la década del 30 a pintar rostros, cuerpos y figuras desmembradas, mutiladas y expuestas desde distintos ángulos; hombres que parecían bestias, y éstas que simulaban ser aquellos. El término “neo-figuración” fue acuñado en 1941 por el crítico e historiador del arte francés Michel Ragon y se refería a un arte que rompe con los límites entre abstracción y figuración: la figura humana se corresponde con una nueva imagen del hombre y es tratada con una total libertad e, incluso, de manera abstracta. En oposición al expresionismo abstracto burgués, la contracultura norteamericana crea una docena de tendencias, como la propia pintura gestual, el pop-art, collage y assemblage, el arte conceptual, el minimal...

“FIGURA”. Óleo sobre tela de Gerardo Ramos Gucemas, de 1974.

Hace 50 años se crea el grupo Otra Figuración en la Argentina, y en agosto de 1961 realiza su primera exposición como tal en la Galería Peuser (Buenos Aires) con ese nombre, con dos invitados que no volvieron a participar. Sus miembros eran Ernesto Deira, Rómulo Macció, Jorge de la Vega y Luis Felipe Noé, que estuvieron juntos hasta 1965.

Las reuniones habían comenzado en 1959 a partir de la primera exposición de Noé, el único artista vivo y en plena actividad de ese grupo (en 2020 expuso en tres galerías y publicó su último libro); pero además, fue el que escribió teoría, como se expresa en el texto “Antiestética”, el que reflexionó sobre el caos. Recuerda que no hubo manifiesto, movimiento, escuela, ni siquiera grupo, durante una entrevista que le hizo LA GACETA en noviembre pasado. “Queríamos incorporar la libertad a la figura”; “superar la oposición entre figuración y abstracción”, insistieron una y otra vez los artistas.

Pero no solo ello: el cuadro estalló, se perdieron los bordes, los límites. “Mambo”, de Noé es, tal vez la expresión más consecuente en esa dirección.

Jorge Demirjian, Miguel Dávila, Antonio Seguí y Juan Carlos Distéfano rechazaron la invitación a la muestra, pero después se volcaron decididamente a la neofiguración. Macció le puso el nombre de Otra Figuración a la muestra, pero después utilizaron directamente sus apellidos.

En una década tan convulsionada como la del 60, Otra Figuración no pasó inadvertida.

No son pocos los trabajos que se escribieron sobre este arte: Aldo Pellegrini en su panorama de la pintura moderna le dedica varias páginas.

Pero sin dudas, el aporte de la académica Rosa Ravera fue una mirada distinta: señaló que se trataba de una obra deconstructiva, incluso antes que se difundiera en América Latina la teoría de Jacques Derrida.

SERIE DE LAS VIRREINAS. Las figuras de Ezequiel Linares lucen calvas.

En Tucumán

Ezequiel Linares llegó a esta provincia en 1962 siendo informalista, pero la geografía y el paisaje transformaron su obra. Las virreinas de los 60 y 70 plantean una figura humana en la que ya se puede rastrear a Bacon, pero también a lo que estaba ocurriendo en Buenos Aires.

Tratar a la figura humana como abstracta igualmente se pudo ver en los dibujos de Aurelio Salas. Carlos Alonso retrató al maestro Spilimbergo en ese sentido, y en 1974 la “Figura” de Gerardo Ramos Gucemas no dejó dudas de cuán lejos se podía llegar en ese camino.

Tan fuerte fue el debate en esta provincia que en 1990, una delegación de artistas y docentes de la Facultad de Artes que viajó a Rosario a la Bienal de Arte Alternativo, notó que ya nadie discutía si figuración o abstracción.

En otras ciudades, el debate ya había pasado, eran otros termas los que se discutían: el arte correo, las instalaciones, la objetualidad, además del arte político y el conceptualismo. Los tucumanos comenzamos a conocer Tucumán Arde en Rosario, cuando se debatían las ponencias.

Pero la Nueva Figuración había llegado para quedarse.